Aceptar que una etapa de nuestra vida finalizó, no siempre es tarea sencilla. Una relación amistosa o de pareja que termina, un trabajo al que renunciamos, un error que cometimos, una mala decisión, son momentos que cuestan dejar atrás. Quizás porque sobre esas personas o situaciones construimos parte de nuestra seguridad.
¿Cómo seguir adelante sin esas cosas que hasta hace poco nutrían nuestra vida? Se trata de renunciar a ello para poder avanzar.
El problema aparece cuando nos anclamos a una parte del pasado en el que ya no podemos intervenir, porque un ancla ¿para qué sirve sino para impedir que el barco avance?
Acá algunas ideas que nos pueden ayudar a pasar la página:
- Dejar de preguntar “qué hubiera sido si…” : Como dijimos antes, no podemos accionar sobre el pasado. La situación ya pasó, y por más que se nos ocurra ahora una mejor respuesta, ya no podemos llevarla a cabo. Estamos gastando energía en pensar en algo que sólo genera frustración, porque en la vida no hay Ctrl + Z. Actuamos, en su momento, como mejor nos salió y con los recursos que teníamos. QUe nuestras decisiones nos generen aprendizajes y no culpa.
- Dejar de buscar explicaciones: no todo en la vida es causa-consecuencia. Buscar culpables, causalidades o explicaciones lógicas a situaciones que nos sobrepasaron hace que sigamos invirtiendo energía en algo que, además de ser parte del pasado, probablemente se acompañen de sentimientos negativos.
- Aceptar el presente: el momento presente es un regalo y por eso se llama presente. Aquello con lo que contamos hoy es lo único cobre lo que podemos actuar. Aceptemos el regalo y pensemos ¿qué puedo hacer con la situación actual y mis recursos?
- No te enfoques en el problema sino en la solución: si solamente nos enfocamos en lamentarnos por el trabajo que perdimos o la oportunidad que se fue, quitaremos tiempo y energía que deberíamos destinar en pensar nuevos proyectos, buscar otro trabajo o generarnos oportunidades.
- Perdonar y perdonarnos: quedarnos pensando en lo mal que actuó el otro, no genera justicia. Es como si, por motus propio, estuviéramos tomando, con cada pensamiento negativo, un poco de veneno. Nos enfermamos a nosotros mismos con cada resentimiento guardado hacia ese ex jefe/ex pareja… y mientras tanto él está en su casa, tranquilo. ¿De qué sirve, entonces, si sólo hace mal a uno mismo?
- Ser resiliente: la resiliencia es la capacidad humana de superar situaciones difíciles y salir de ellas con un aprendizaje o fortalecidos. De los errores se aprende, y es justamente esa nueva enseñanza lo único que nos debe quedar anclado como parte del pasado. La culpa, el rencor, la angustia o frustración sólo nos generan obstáculos para seguir adelante, pasar de página.