Allá, en tiempos de mundos cuadrados y exploradores europeos, las embarcaciones a las Indias tenían entre sus provisiones más preciadas a los dibujantes. Estos estaban a cargo de poner en términos gráficos aquello que los escritores ilustraban con palabras. Hoy, la idea de llevar a un artista como acompañante de viaje (que nos retrate al lado del Big Ben o haga un cuadro de nuestra mesa de brunch) es casi tan extraña como el regresar de un viaje sin material fotográfico.
Sri Lanka. De izquierda a derecha: esperando el cruce de trenes. Mosaicos del templo budista. Galería del templo budista. Palmeras. Lili, la perra mascota de la familia que me hospedó. Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Con cámaras cada vez más sofisitcadas en los celulares y redes sociales como Instagram y Pinterest, el número de fotógrafos amateurs parece propagarse hasta la infinitud. Aceptémoslo: ya nadie tiene vergüenza de poner una cara linda para sacarse una selfie. Es más, los obsesivos de las manos limpias sólo podemos negociar una cosa antes de aplicarnos el sanitizador: sostener por unos minutos el teléfono sobre el plato, el tiempo que sea necesario para conseguir la foto perfecta del tremendo risotto que estamos a punto de disfrutar.
Selfie-selfie. Izq.: Instantánea del paseo en moto, con casco y flor de accesorios. Der.: playa vacía, temprano en la mañana. Unawatuna, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Sin embargo, por diferentes motivos, a veces las fotos no abundan. Esta seguidilla de viajes por el sudeste asiático es un caso. Verán algunas imágenes de Tailandia y Sri Lanka pero quisiera además compartir los sonidos, perfumes, texturas y sabores de la travesía.
Oído
Un sonido que se repite en una y otra ciudad es el motor. Hay autos y colectivos pero son las motos, y más especialmente los Tuc-Tuc, el medio de transporte más popular. De un sonido característico, el Tuc-Tuc es el favorito de quienes están apurados o necesitan transitar las calles más angostas de la zona. Consiste en una moto con una estructura básica en la parte trasera, que sirve para el traslado de hasta dos pasajeros.
El tuc-tuc desde adentro. Si bien el asiento es un espacio reducido, aquella vez íbamos dos personas y dos valijas. Por suerte, el viaje era corto y la velocidad, rápida. Unawatuna, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Moto alquilada, gran opción para moverse en Unawatuna, balneario a unos kilómetros de la capital. Unawatuna, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Pies descalzos. Más concurrido por locales que por turistas, en Sri Lanka existen unos colectivos interurbanos que, a pesar de prestar un servicio un poco caótico, son económicos y básicamente la única oportunidad para viajeros sin vehículo propio de conocer diferentes localidades del país. Unawatuna, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Gusto
Hoy en día no es necesario ir hasta Bangkok para deleitarse con un platazo de Pad Thai (fideos de arroz fritos con huevos y muchos condimentos) o una sopa Tom Kha Gai (preparación a base de leche de coco, diferentes especias, pollo y hongos). Restaurantes étnicos y supermercados con sección de importados sirven para tener una comida con sabores orientales.
Claro que la experiencia es más fuerte cuando la tenemos en la cuna, el lugar de origen de esas recetas. Imaginen que no son sólo en los bistró donde pueden conseguirse las delicias locales. Para vivir una experiencia nueva, vale la pena darse una vuelta por las calles y probar toda la variedad de comidas hechas, en el momento, en los carritos. Y hay más: aquellos de espíritu cocinero pueden aprender cómo son las recetas desde el principio.
Hora del desayuno en Bangkok. Tailandia – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Casi un restaurante. En Colombo no me hospedé en un hotel sino en la casa de una familia. Para cada una de las comidas que hacíamos, se preparaba la mesa con mantel, individuales, posavasos y posafuentes. Mención aparte para el cubre vaso. Colombo, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Cocos. De las conocidas hasta las más nuevas como el fruto del dragón, una estadía en el sudeste asiático seguro incluirá la degustación de muchas frutas frescas. Las pueden comprar en los supermercados, de la forma más tradicional, o bien en los carritos callejeros que las venden listas para ir picando durante el recorrido. Unawatuna, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Tacto
El mundo se divide en dos grandes grupos de personas: las que aman los masajes y las que no los toleran. Para los primeros, si están por estas tierras, deberían aprovechar una (o algunas) sesión de masajes tailandeses.
Otra forma de estimular el sentido del tacto es conocer las playas de Unawatuna. Arena y agua funcionan igualmente bien para relajarse, exfoliar la piel y asegurarse un bronceado único.
Pescador caminando por la playa. Unawatuna, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Tortugas protegidas. Saqué estas fotos en una organización que procura detener la pesca indiscriminada de diferentes especies de tortugas en Sri Lanka. Unawatuna, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Olfato
Nuestra nariz puede distinguir más de 10000 olores. Sin embargo, su mayor superpoder consiste en la posibilidad que nos da de viajar de forma instantánea a un recuerdo impresionantemente específico. Así, un perfume determinado no nos traslada a la infancia sino nos remite a la señorita que tuvimos en sala de cuatro. O el aroma que de pronto sentimos al pasar por un local, juramos, es exactamente el mismo que tenía la campera que tantos inviernos nos abrigó.
Más allá del olor que tiene una ciudad (ese que sentimos ni bien cruzamos las puertas del aeropuerto), cada día de nuestra estadía viene impregnado de esencias únicas que, seguramente, quedarán almacenadas en nuestro cerebro por siempre.
Detalle en un templo budista. Unawatuna, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó.
Del sudeste asiático, los perfumes que más llamaron mi atención fueron aquellos que sentía en templos budistas y parques. Los primeros provenían de sahumerios que parecían eternos. En los parques, aunque a veces también era posible encontrar sahumerios, los aromas eran principalmente de las flores.
Lumpini park: lejos, uno de mis lugares favoritos para correr. Además de locales y extranjeros, es posible encontrar lagartijas del tamaño de caimanes. Aunque son inofensivos, todos corremos un poco más rápido cuando los cruzamos. Bangkok, Tailandia – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Ya pasaron varios meses desde que me fui de Sri Lanka y mi valija sigue oliendo a estos repelentes. Son recomendados especialmente para evitar picaduras de mosquitos. Un dato importante ya que es un país con dengue. Colombo, Sri Lanka – Junio 2016. Ph.: Jennifer Micó
Click!
Toda cámara de fotos tiene su limitación. Antes, uno de los típicos problemas era quedarse sin rollo justo en un lugar donde no era posible comprar uno nuevo. Casi tan frustrante como eso, a veces, al retirar las fotos reveladas encontrábamos lagunas distorsionadas que no daban siquiera el puntapié inicial para imaginar de qué trataba la imagen original.
Más tarde llegaron las cámaras digitales que, aunque prometían una capacidad gigantesca de almacenamiento, alguna que otra vez todos tuvimos que eliminar furiosamente fotos durante las vacaciones porque no encontrábamos un negocio donde bajar a cd la tarjeta de memoria o, peor, hacerlo tenía un precio ridículo.
Felizmente, un día la cámara se casó con el celular. Hoy, cualquier cosa y cualquier momento son fotografiables hasta que, claro, llegan los obstáculos 3.0. Por ejemplo, nos quedamos sin batería en el celu o, siguiendo las recomendaciones de seguridad locales, preferimos no exponer el dispositivo demasiado.
Por suerte, nuestra cámara personal (sea visual, o de cualquiera de nuestros sentidos) nunca nos falla por completo. Si la experiencia nos impactó, con algo se queda. Guardará apenas unos píxeles, pocas partículas de ese perfume, las primeras notas de una canción, la sensación que nos dejó el picante que probamos o el placer que nos produjo la tarde que probamos el orgasmatrón en la plaza.
Nos vemos la próxima, con un nuevo destino. Hasta entonces, nos podemos escribir, leer y ver en cualquier momento. Beso grande!!
Porque viajas tantó jenn? ? Quiero saber como haces
Hola Pau! Viajo porque decidí hacerlo: no tengo una casa fija y los costos de vivienda son similares en muchas ciudades