Lo sabemos: seguimos leyendo el diario impreso (al menos los fines de semana en una mesita al sol), frecuentamos varios cafecitos pero tenemos uno preferido, podemos tomar mates en el parque hasta perder la noción de la hora y nos gusta hacer tiempo en un bar, tengamos tres horas o diez minutos.
El Rosedal, Palermo. Buenos Aires, 2016 Ph: Jennifer Micó
Finalizando un año muy viajado para el blog de Penny Lane, reservamos el último día a una ciudad conocida por la mayoría de la audiencia: Buenos Aires. Más allá de algunas fotos con bellos rincones, el post hoy hace foco en una pregunta en particular, ¿qué dicen los extranjeros sobre los porteños?
Somos apasionados. No somos los únicos fanáticos del fútbol en el mundo. Sin embargo, Buenos Aires es una de las pocas ciudades que pueden detenerse ante determinados encuentros. Es el fútbol, además, tema de conflicto en muchas familias, incluyendo la atención desmedida por parte de algunos miembros y la asignación de un equipo al recién nacido.
Somos cálidos. Tal vez, demasiado. Llama la atención a los turistas la forma que tenemos de abrazarnos y acariciarnos al hablar. Quizá lo más sorprendente surja en el momento en que dos hombres se saludan: para muchos, es en Buenos Aires la primera vez que experimenten la sensación de besar la mejilla de un hombre al saludarlo.
Café Tabac: historia sobre Avenida del Libertador, Palermo. Buenos Aires, 2016 Ph: Jennifer Micó
Somos impuntuales. Entre las recomendaciones para disfrutar la ciudad, no faltan quienes remarcan las frecuentes llegadas tarde del porteño. Así, a la hora estipulada, sugieren sumar de 20 a 30 minutos.
Somos analizados. Aunque hubo una época en que ir al psicólogo era sinónimo de estar loco, ya hace varios años la situación en la ciudad de Buenos Aires quedó bien revertida. Tal es así, que el área que rodea la Plaza Güemes, más conocida como Plaza Guadalupe, recibe el nombre informal de Villa Freud. Un gran porcentaje de porteños va a terapia. Los otros, al menos una vez fueron, ya la finalizaron o tienen alguien cercano que lo hace. Es más, no es raro que entre amigos y familiares conozcan el nombre del psicoanalista de cada uno, ya que forma parte de la conversación cotidiana.
Jardín Andaluz, Museo Larreta, Belgrano. Buenos Aires, 2016 Ph: Jennifer Micó
Somos meteorólogos. Es una realidad: el porteño comenta mucho el clima. Es tema comodín para comenzar, alimentar o finalizar una charla. Tal es así, que los manuales de Español como lengua extranjera presentan ‘El clima’ como una cuestión recurrente en nuestras reuniones.
Somos creídos. ‘¿Cómo se suicida un porteño? ¡Se sube a su ego y salta!’ Este quizá sea el chiste más contado sobre porteños. De visitante o de local, nos destacamos no tanto por talentos comprobados sino por nuestra arrogancia.
Avenida del Libertador, Palermo. Buenos Aires, 2016 Ph: Jennifer Micó
Somos ‘cafeteros’. Si alguna vez un porteño te dice: ‘Vamos a tomar un café’, no es necesario beber esta infusión porque ‘tomar un café’ más que aumentar las dosis de cafeína significa tener una charla. El motivo no importa: aclarar una situación conflictiva, ponerse al día, escuchar un problema, discutir un proyecto o sólo hablar. El café es, de alguna forma, la extensión de la casa del porteño. Por eso, es normal que muchos de nuestros momentos más importantes hayan transcurrido en un café.
Somos amigueros. Disfrutamos el tiempo compartido con amigos. No es inusual conservar amistades por varios años. Pueden ser de la facultad, escuela, club, barrio, incluso del jardín de infantes. Puede ser más difícil, pero no imposible, generar nuevas amistades aun en la adultez. La vida social es parte importante en la agenda del porteño y siempre reserva al menos un día en la semana para ver a sus pares. Para muchos, el grupo de amigos constituye la familia elegida. Una de las principales características que nos diferencian de muchos lugares del mundo es la espontaneidad de los encuentros entre amigos.
Verdulería. El puesto de verduras y frutas no es algo que pueda encontrarse con frecuencia en muchas partes del mundo. Palermo, Buenos Aires, 2016 Ph: Jennifer Micó
Somos raros. Entre las cosas que más divierten a los turistas está la fila para subir al colectivo. En casi ningún otro lugar la gente espera de forma ordenada el transporte público. Otro motivo de risa es el horario en que cenamos. El promedio de los hogares porteños cena alrededor de las 21:30 hs mientras que en Estados Unidos y la amplia mayoría de los países europeos lo hace hacia las seis de la tarde.
Puesto de flores. Palermo, Buenos Aires, 2016 Ph: Jennifer Micó
Somos europeos. Aunque la respuesta siempre es positiva, algunos visitantes se sienten un poco decepcionados al llegar a Buenos Aires. Arriban con expectativas de conocer las tierras exóticas de Sudamérica, pero se encuentran en una ciudad con costumbres y aires europeos.
Somos buena onda. Buena onda no se traduce ni se explica: se vive, se aprende. Quizá no nos damos cuenta, pero es un concepto que usamos mucho y es bien nuestro. Algunos turistas quedan fascinados y lo adoptan.
Avenida del Libertador, Palermo. Buenos Aires, 2016 Ph: Jennifer Micó
¿Qué otras cosas leyeron o escucharon decir sobre los porteños? ¿Conocían estas? ¿Están de acuerdo? ¿Qué faltaría?
Aquellos que nos quedaremos en la ciudad durante el verano, sabemos que enero no es un mes más. Las familias que se van de vacaciones, aquellas que llegan de tierras más o menos lejanas; los negocios que trabajan con horario de verano; subtes y colectivos vacíos también en horas pico; cero colas para el cine; atención súper rápida en el barcito de moda… Una excelente oportunidad para recorrer una Buenos Aires especial, esa que empieza a emerger en los primerísimos días del año para esfumarse un poco antes de que llegue febrero.
Un beso grande para todos, con mucha alegría para la celebración del cambio de año! Está bueno tener varios motivos de brindis y aquí rescato el espacio que Flor me da en su apreciado blog! Chin chin, gracias! Escribanme, nos vemos! Jenn.
Esquina y terraza con luces de colores sobre el boulevard de Avenida Cerviño. Palermo, Buenos Aires, 2016 Ph: Jennifer Micó