Tal vez no, pero estoy segura que la mayoría ha visto y, tal vez gustado como yo, de esta corriente de diseño.
Imagínense; otoño (porque es más fácil imaginar con un escenario alrededor), un sillón cerca de un hogar, un café en la mano y un libro… No se sienten cómodos?
El estilo farmhouse (o casa de campo) es eso: calidez y confort. El equilibrio perfecto entre lo viejo y lo nuevo, entre las historias y los sueños, entre el pasado y el presente.
El ambiente nos hace sentir a gusto sin ser demasiado delicado ni demasiado rústico; los objetos tienen las marcas y el carácter de los años, y la bondad de seguir siendo útiles sin verse fuera de lugar.
Evolucionan. Reviven. Se mezclan. Materiales antiguos y modernos, pintura desgastada y acero, los contrastes forman parte del encanto.
La vajilla de la nona en un moderno mueble abierto o una antigua silla vintage re-tapizada y boom!
Y ahí sí, a jugar con los textiles que son el alma del estilo! Lino, algodón, arpillera en almohadones, caminitos y mantas.
Y volviendo a la nona y al café, las reliquias familiares… No importa si son caras o no, el valor sentimental lo es todo con el farmhouse. Y qué puede ser más lindo que devolverle la vida a las cosas una y otra vez?
Creo que si tuviera que definir en breve este estilo diría que es como la vida; lo viejo, lo nuevo, lo futuro, reunidos formando un todo en armonía.
Si necesitan más inspiración o si se prenden en hacer algún proyecto DIY no se pierdan los proyectos de Shanty to Chic (nota: no es una colaboración, sólo inspiración de un blog que me encanta)
¿Qué les parece? ¿Se animarían a probar el farmhouse? Los leo abajo!
Noe | Fri Själ Blog