La decidida ausencia de “perfección” sigue el mismo camino con los colores, evitando los llamativos y recayendo en los colores tierra más básicos: marrón, gris y negro.
Cuando hablamos de muebles, hablamos de madera. En el estilo industrial, no puede faltar el uso de madera; cuanto más desgastada y con aspecto de vieja, mejor. Si no se usa sola, se complementa con acero expuesto y, últimamente, también se la ve acompañada de piezas de cemento que, a mi gusto, quedan fantásticas.
Para piezas como sillones y sillas, se usa mucho el cuero combinado con metal a la vista. Una variante del cuero que queda muy bien también es el lino.
A la hora de elegir texturas el estilo industrial es más bien acotado. Evitando colores vibrantes o diseños demasiado llamativos, se buscan elementos lo más parecidos a la tierra. Las alfombras recomendadas son en colores neutros-tierra o, a lo sumo, azul, con diseños desgastados, étnicos o de arpillera. Esta neutralidad se corta con elementos decorativos que destaquen lo evitado antes: diseños orgánicos y colores que complementen el lugar.
No puede faltar una mención especial a la iluminación, que tanto protagonismo cobra en el diseño industrial. Con focos expuestos y mucho metal a la vista, se convierten en el alma y perfecto complemento de todo lo que las rodea, creando ambientes cálidos y funcionales, resaltando, otra vez, la audacia y el refinamiento del estilo que componen.